Escrito
por: Nelly Guilarte Ugas
Respecto a las
epidemias febriles que azotaron a los valles de Aragua y que se extendió hasta las poblaciones
Mariara, Guacara y Los Guayos en las
tres primeras décadas del siglo XIX hemos escrito un trabajo que se puede leer
en:
Para
relatar las especificidades, efectos y connotaciones de estas epidemias febriles en la población del Pueblo de
Turmero presentamos estas breves líneas con testimonios que al respecto de esta enfermedad hemos encontrado;
las aportamos para el conocimiento de los lectores y seguidores
de este Blogs.
Imágen ilustrativa "oleo del pintor Jhon Singer Sargent titulado Hospital de Granada |
A finales del siglo
XVIII y principios del XIX; Turmero era uno de los pueblos más prósperos de la
cuenca del Lago de Tacarigua (Valencia);
la fundación de importantes haciendas-trapiches durante los siglos XVII y XVIII, el establecimientos de
las plantaciones de Tabacos en Guaruto a orillas de la Laguna en la jurisdicción
del pueblo de Turmero y las
plantaciones de añil contribuyeron definitivamente con la
prosperidad que lucía y que fue descrita por distintos viajeros entre
ellos Depons y Humboldt.
A pesar de la
prosperidad económico que exhibían estos Valles, entre ellos el Pueblo de
Nuestra Señora de la Candelaria de Turmero, la población sometida a la esclavitud y los
peones de las plantaciones del
Tabaco vivían en deplorables condiciones socio-económicas; así lo encontramos expresado en un informe relacionado con las fiebres en los
Valles de Aragua, presentado por Iznardi
a la Dirección de la Renta del Tabaco el 13 de
julio de 1808, donde se señala un conjunto de causas que influyen en
la propagación de la fiebre en las
cercanías de la Laguna; entre las cuales menciona las condiciones socioeconómicas en que vivían
los peones.
“La constitución de los que se dedican al
cultivo del tabaco y demás producciones agrícolas es la mas propia para
contener el mal que rara vez extienda su influjo a la gente acomodada, que se alimenta bien,
que está vestida, duerme al abrigo… todos lo que bajo el nombre de peones
forman el patrimonio de la renta del tabaco son unos hombres cuyo alimento
consiste en raizes, frutas y pescado de
la laguna y casabe rara vez consumen carne mal preparada; su vestido se reduce a
un calzón de lienzo… sus habitaciones participan de los dos extremos opuestos de la
salud pues o son unos tinglados á todo ayre ó duermen sobre un chinchorro recibiendo sobre sus cuerpos acalorados y
debilitados por el sudor y el trabajo…
en la segunda se arroja sobre suelo húmedo, sin interponer entre el y su cuerpo
más que un cuero o una estera…”[1]
En un manifiesto
fechado 10 de abril de 1824 en Guaruto,
un grupo de labradores describen su miserables condiciones en las que
viven ellos y sus familias “…nuestras habitaciones pajizas ni aun rústicamente
amobladas, nuestras familias desnudas..”[2]
Las calenturas febriles intermitentes que se
presentaron en los Valles de Aragua con desbastadora fuerza en las tres
primeras décadas del siglo XIX se
hicieron más pertinaz en las
plantaciones de tabaco del “Rey” Guaruto, Camburito, Mamoncito Quarta y Quinta
fundación ubicadas en el valle de Turmero, en las áreas donde se habían
retirado las aguas de la laguna; pudiésemos inferir entonces que de todos los
pueblos ubicados en el valle de Aragua y
cuenca del Lago de Tacarigua (Valencia) fue Turmero uno de los más
afectados.
Desde 1804, las
epidemias de fiebre intermitente en los Valles de Aragua alcanzan niveles
alarmantes; razones por las cuales las autoridades de gobierno envían una comisión de médicos, entre estas,
al Dr. José Ángel Álamo en 1804 y al Dr. José Joaquín Hernández en 1808, este
último enferma seriamente y se ve obligado a salir de la misión médica; es
elegido para suplir su falta el Bachiller Carlos Arvelo[3],
el 16 de agosto del año señalado se le autoriza e instruye para que asuma la asistencia del Hospital, el
26 se traslada a Turmero y desde el 1° de septiembre hasta 14 de octubre se encarga de la atención de los enfermos en el hospital general del pueblo de Turmero,
donde estableció su puesto de combate contra la dañina enfermedad.
Es de gran
relevancia señalar, que la
acuciosidad investigativa de Arvelo le permite además de atender a la población
enferma se dedica a observar y a
estudiar el cuadro general de enfermedad el cual expone
en una memoria con historia, causas,
métodos terapéuticos y preventivos para controlar la epidemia; dichas apreciaciones
las dejó plasmadas en un memorial escrito en Turmero, fechado el 14 de octubre de 1808; donde además
señala:
“Estas
son las observaciones que he podido
hacer sobre 406 enfermos, desde que me
encargue en 1° de setiembre último,
hasta su conclusión, del hospital
general establecido en este
Pueblo según los registros de Contraloría, y los estados particulares que se
formaban todas las semanas, de entradas, salidas, muertes, y existentes de
ellos curaron 331, fallecieron 63 y 12 atacados de degeneraciones crónicas pasaron al Hospital de los Yndios naturales, por disposición del Señor Oydor Director de Sanidad,
Comisionado D. Antonio Fernández de León”[4]
Las fiebres
intermitentes y calenturas siguieron
azotando a los pobladores de estas tierras, causando graves estragos en sus pobladores; en 1819
calculamos que casi el 30% de la población residenciada en este valle estaba
padeciendo los embates de esta epidemia; de una población de 4.200 estaban
afectados por las calenturas 1.430[5].
Adentrados ya en la tercera década del siglo XIX la situación en estos Valles era de extrema
gravedad: las condiciones de pobreza generalizada que habían quedado estos
lugares después de la Guerra de Independencia. la desestructuración del aparato
productivo, la ruina y la miseria completaban el espantoso del otrora Prospero
Valle de Turmero; a la situación
descrita se sumaban las epidemias febriles que continuaron apareciendo en su ciclo de
abril a octubre; el testimonio dado
por el párroco de la Iglesia de Turmero José Ramón de Guiseta según carta
que escribió en 16 de junio de 1825[6]
nos retrata el desolador panorama de Turmero.
“…Despues de haver padecido la desolación que ha ocasionado la fiebre el
año pasado de ha vuelto a ocurrir esta
epidemia nuevamente desde principios de abril estimo y considero cada día con
mas fuerza calculo que los enfermos alcanzan a tres mil componiéndose la
feligresía solo de cuatro mil setecientos almas… los muertos de abril y mayo
alcanzaron a ochenta y uno y los de junio
a esta fecha sesenta y nueve. En medios de tantos conflictos he hecho
dos rogativas”[7].
Según la información
aportada por el párroco, más del 60% de la población del Valle de Turmero se
vio afectada por las fiebres de los años 1824, 1825 al parecer los años de
mayor criticidad de la epidemia[8];
es tanto, que la Municipalidad de Caracas el 6 de junio de 1825, alarmada por
la situación en estos Valles y preocupada por las implicaciones que esta crítica situación de salud pública tenían
para la estabilidad de la naciente República deciden socorrer los pueblos de los Valles de Aragua; para
Turmero dispusieron enviar diez barriles de harina, nueve de vinos, arroz etc.
igual cantidad de provisiones se estimó para los pueblos de la Victoria y Cagua
[9]
[1] Universidad Central de Venezuela Materiales para el
Estudio de la Cuestión Agraria en Venezuela (1800-1830) Vol. 1 Tomo 2 Caracas
1964. P. 24 “Observaciones sobre la fiebre en los valles de Aragua, alladas en
el Archivo de la extinguida Dirección de
la Renta del Tabaco y mandado a publicar por la Intendencia republicana, en
1824”
[2] Ibídem pág.
380
[3] Eminente médico Venezolano nace en Guigue (actual estado Carabobo) el 1° de
junio de 1784, se tituló de Bachiller, Licenciado y Doctor en medicina en la
Real y Pontificia Universidad de Caracas. Partidario del movimiento
Independentista se incorpora a las filas patriotas lo cual le lleva asumir importantes responsabilidades entre estas:
Director del Hospital militar de Caracas, Médico Cirujano Jefe del Ejército Libertador.
Terminada la contienda armada de Independencia se dedica activamente a sus
actividades docentes e investigativas
participa en la organización de la Universidad de Caracas y la instalación de
la Facultad de Medicina. En sus actividades políticas destacan: fue electo diputado, miembro fundador de la
Sociedad de Amigos del País y miembro de
la junta de la abolición de la esclavitud. Muere en 1862.
[4] Boletín del Archivo Histórico Memoria sobre la fiebre
intermitente que ha reinado en los Valles de Aragua, desde mayo hasta octubre de 1808 pag 97
[5] VELEZ BOZA, Fermín; El Licenciado José María Benítez,
su contribución médica, científica y social (1790-1825. Biblioteca de Autores y
Temas Aragueños. Gobernación del Estado Aragua. Maracay 1995. P 37.
[6] Archivo Arzobispal de Caracas Sec. Parroquias Carpeta
No 134
[7] Idem
[8] Universidad
Central de Venezuela Materiales para el Estudio de la Cuestión Agraria en
Venezuela (1800-1830) Vol. 1 Tomo 2 Caracas 1964. Pág. 466 Según un remitido de
unos fechado en Guaruto el 26 de enero
de 1826 yu que apareció publicado en El Colombiano el 22 de
febrero del mismo año señalan que:
“LA fiebre continúa por el circuito de la laguna derramando su letal
ponzoña hasta en las quebradas
antes salubres de las montañas vecinas;
y se desarrolla en San Carlos, Araure Barinas en una palabra en todo el bajo
llano
[9]IBIDEM. Pág. 432
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