Vasijas Funerarias

Vasijas Funerarias
Vasijas funeraraias de los indigenas del lago de Tacarigua o Valencia

domingo, 2 de noviembre de 2014

TURMERO Y LAS EPIDEMIAS FEBRILES DE LAS PRIMERAS DECADAS DEL SIGLO XIX

Escrito por: Nelly Guilarte Ugas

Respecto a las epidemias febriles que azotaron a los valles de Aragua  y que se extendió hasta las poblaciones Mariara, Guacara y Los Guayos  en las tres primeras décadas del siglo XIX hemos escrito un trabajo que se puede leer en:   


         Para relatar las especificidades, efectos y connotaciones  de estas epidemias  febriles en la población del Pueblo de Turmero  presentamos estas breves  líneas con testimonios  que al respecto de esta enfermedad hemos encontrado; las aportamos  para  el conocimiento de los lectores y seguidores de este Blogs.

Imágen ilustrativa "oleo del pintor Jhon Singer Sargent titulado Hospital de Granada

A finales del siglo XVIII y principios del XIX; Turmero era uno de los pueblos más prósperos de la cuenca del Lago de Tacarigua  (Valencia); la fundación de  importantes  haciendas-trapiches durante los  siglos XVII y XVIII, el establecimientos de las plantaciones de Tabacos  en Guaruto   a orillas de la Laguna en la jurisdicción del pueblo de Turmero  y las plantaciones  de añil  contribuyeron definitivamente con la prosperidad que lucía y que fue descrita por distintos viajeros entre ellos  Depons  y Humboldt.

A pesar de la prosperidad económico que exhibían estos Valles, entre ellos el Pueblo de Nuestra Señora de la Candelaria de Turmero,  la población sometida a la esclavitud  y los  peones de  las plantaciones del Tabaco vivían en  deplorables  condiciones socio-económicas;  así lo encontramos expresado en  un informe relacionado con las fiebres en los Valles de Aragua,  presentado por Iznardi a la Dirección de la Renta del Tabaco el 13 de  julio de 1808, donde  se  señala un conjunto de causas que influyen en la propagación  de la fiebre en las cercanías de la Laguna; entre las cuales menciona  las condiciones socioeconómicas en que vivían los peones.

 “La constitución de los que se dedican al cultivo del tabaco y demás producciones agrícolas es la mas propia para contener el mal que rara vez extienda su influjo  a la gente acomodada, que se alimenta bien, que está vestida, duerme al abrigo… todos lo que bajo el nombre de peones forman el patrimonio de la renta del tabaco son unos hombres cuyo alimento consiste  en raizes, frutas y pescado de la laguna y casabe rara vez consumen carne mal preparada; su vestido se reduce a un calzón de lienzo… sus habitaciones  participan de los dos extremos opuestos de la salud pues o son unos tinglados á todo ayre ó duermen sobre un chinchorro  recibiendo sobre sus cuerpos acalorados y debilitados  por el sudor y el trabajo… en la segunda se arroja sobre suelo húmedo, sin interponer entre el y su cuerpo más que un cuero o una estera…”[1]

En un manifiesto fechado 10 de abril de 1824 en Guaruto,   un grupo de labradores describen su miserables condiciones en las que viven ellos y sus familias “…nuestras habitaciones pajizas ni aun rústicamente amobladas, nuestras familias desnudas..”[2]

 Las calenturas febriles intermitentes que se presentaron en los Valles de Aragua con desbastadora fuerza en las tres primeras décadas del siglo XIX  se hicieron más pertinaz  en las plantaciones de tabaco del “Rey” Guaruto, Camburito, Mamoncito Quarta y Quinta fundación ubicadas en el valle de Turmero, en las áreas donde se habían retirado las aguas de la laguna; pudiésemos inferir entonces que de todos los pueblos ubicados en el valle de Aragua y  cuenca del Lago de Tacarigua (Valencia) fue Turmero uno de los más afectados.

Desde 1804, las epidemias de fiebre intermitente en los Valles de Aragua alcanzan niveles alarmantes;  razones por las cuales  las autoridades de gobierno  envían una comisión de médicos, entre estas, al Dr. José Ángel Álamo en 1804 y al Dr. José Joaquín Hernández en 1808, este último enferma seriamente y se ve obligado a salir de la misión médica; es elegido para suplir su falta el Bachiller Carlos Arvelo[3],  el 16 de agosto del año señalado  se le autoriza e instruye  para que asuma la asistencia del Hospital, el 26 se traslada a Turmero y desde el 1° de septiembre hasta 14 de octubre  se encarga de la atención de los enfermos  en el hospital general del pueblo de Turmero, donde estableció su puesto de combate contra la dañina enfermedad.

Es de gran relevancia  señalar,  que  la acuciosidad investigativa de Arvelo le permite además de atender a la población enferma se dedica a observar y a  estudiar   el cuadro general de enfermedad el cual expone en una memoria con  historia, causas, métodos terapéuticos y preventivos para controlar la epidemia; dichas apreciaciones las dejó plasmadas en un memorial escrito en Turmero,  fechado el 14 de octubre de 1808; donde además señala:

 “Estas son las observaciones  que he podido hacer sobre 406 enfermos, desde  que me encargue en 1° de setiembre  último, hasta su conclusión, del hospital  general establecido  en este Pueblo según los registros de Contraloría, y los estados particulares que se formaban todas las semanas, de entradas, salidas, muertes, y existentes de ellos curaron 331, fallecieron 63 y 12 atacados de degeneraciones  crónicas pasaron al Hospital de los Yndios  naturales, por disposición  del Señor Oydor Director de Sanidad, Comisionado D. Antonio Fernández de León”[4]

Las fiebres intermitentes  y calenturas siguieron azotando a los pobladores de estas tierras, causando  graves estragos en sus pobladores; en 1819 calculamos que casi el 30% de la población residenciada en este valle estaba padeciendo los embates de esta epidemia; de una población de 4.200 estaban afectados por las calenturas 1.430[5].

Adentrados  ya en la tercera década del siglo XIX  la situación en estos Valles era de extrema gravedad: las condiciones de pobreza generalizada que habían quedado estos lugares después de la Guerra de Independencia. la desestructuración del aparato productivo, la ruina y la miseria completaban el espantoso del otrora Prospero Valle de Turmero; a la situación  descrita se sumaban las epidemias febriles  que continuaron apareciendo en su ciclo de abril  a octubre; el testimonio  dado  por el párroco de la Iglesia de Turmero José Ramón de Guiseta según carta que escribió en 16 de junio de  1825[6] nos retrata el desolador panorama de Turmero.

“…Despues de haver padecido la desolación que ha ocasionado la fiebre el año pasado de  ha vuelto a ocurrir esta epidemia nuevamente desde principios de abril estimo y considero cada día con mas fuerza calculo que los enfermos alcanzan a tres mil componiéndose la feligresía solo de cuatro mil setecientos almas… los muertos de abril y mayo alcanzaron a ochenta y uno y los de junio  a esta fecha sesenta y nueve. En medios de tantos conflictos he hecho dos rogativas”[7].

Según la información aportada por el párroco, más del 60% de la población del Valle de Turmero se vio afectada por las fiebres de los años 1824, 1825 al parecer los años de mayor criticidad de la epidemia[8]; es tanto, que la Municipalidad de Caracas el 6 de junio de 1825, alarmada por la situación en estos Valles y preocupada por las implicaciones  que esta crítica situación de salud pública tenían para la estabilidad de la naciente República deciden  socorrer los pueblos de los Valles de Aragua; para Turmero dispusieron enviar diez barriles de harina, nueve de vinos, arroz etc. igual cantidad de provisiones se estimó para los pueblos de la Victoria y Cagua [9]





[1] Universidad Central de Venezuela Materiales para el Estudio de la Cuestión Agraria en Venezuela (1800-1830) Vol. 1 Tomo 2 Caracas 1964. P. 24 “Observaciones sobre la fiebre en los valles de Aragua, alladas en el Archivo  de la extinguida Dirección de la Renta del Tabaco y mandado a publicar por la Intendencia republicana, en 1824”
[2] Ibídem  pág. 380
[3] Eminente médico Venezolano nace en  Guigue (actual estado Carabobo) el 1° de junio de 1784, se tituló de Bachiller, Licenciado y Doctor en medicina en la Real y Pontificia Universidad de Caracas. Partidario del movimiento Independentista se incorpora a las filas patriotas lo cual le lleva asumir  importantes responsabilidades entre estas: Director del Hospital militar de Caracas, Médico Cirujano Jefe del Ejército Libertador. Terminada la contienda armada de Independencia se dedica activamente a sus actividades docentes  e investigativas participa en la organización de la Universidad de Caracas y la instalación de la Facultad de Medicina. En sus actividades políticas destacan:  fue electo diputado, miembro fundador de la Sociedad de Amigos del País  y miembro de la junta de la abolición de la esclavitud. Muere en 1862.
[4] Boletín del Archivo Histórico Memoria sobre la fiebre intermitente que ha reinado en los Valles de Aragua, desde mayo  hasta octubre de 1808 pag 97
[5] VELEZ BOZA, Fermín; El Licenciado José María Benítez, su contribución médica, científica y social (1790-1825. Biblioteca de Autores y Temas Aragueños. Gobernación del Estado Aragua. Maracay 1995. P 37.
[6] Archivo Arzobispal de Caracas Sec. Parroquias Carpeta No 134
[7] Idem
[8]   Universidad Central de Venezuela Materiales para el Estudio de la Cuestión Agraria en Venezuela (1800-1830) Vol. 1 Tomo 2 Caracas 1964. Pág. 466 Según un remitido de unos  fechado en Guaruto el 26 de enero de 1826 yu que apareció publicado en El Colombiano  el 22 de  febrero del mismo año señalan que:  “LA fiebre continúa por el circuito de la laguna derramando su letal ponzoña  hasta en las quebradas antes  salubres de las montañas vecinas; y se desarrolla en San Carlos, Araure Barinas en una palabra en todo el bajo llano
[9]IBIDEM. Pág. 432